Alrededor de los seis meses, las necesidades de energía y nutrientes del lactante empiezan a ser superiores a lo que puede aportar la leche materna, por lo que se hace necesaria la introducción de una alimentación complementaria. A esta edad el niño ya está preparado fisiológicamente para recibir otros alimentos.
La lactancia materna aporta más de la mitad de las necesidades energéticas del niño, en esta etapa, mantener la lactancia da menos probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad, se obtienen mejores resultados en las pruebas de inteligencia y tiene menor ausentismo escolar.