En esta etapa se puede afirmar que los mecanismos fisiológicos han alcanzado prácticamente la maduración y la eficiencia de un adulto el niño necesita comer una variedad de alimentos y las comidas deben desarrollarse en un ambiente agradable y placentero, compartida con los demás miembros de la familia, asegurándose de limitar alimentos altos en azúcar y grasa para que el niño tenga espacio para comer alimentos nutritivos. Demasiada leche, jugo o bebidas dulces pueden “llenarlo” esto le provoca menos apetito y no comerá otros alimentos importantes que lo ayudaran a crecer y a ser saludable. En este periodo se establecen hábitos alimentarios saludables, estos pueden persistir a lo largo de toda la vida.
Idealmente, el niño debe realizar cuatro comidas diarias con una o dos colaciones.
La fortificación de alimentos es con frecuencia considerada la mejor alternativa costo-efectivo a largo plazo para reducir la prevalencia de los nutrientes críticos y de esta manera reducir el consumos de alimentos pocos saludables como colaciones o meriendas.